jueves, 29 de noviembre de 2018

No puedo.



Fue mi único pensamiento y mi religión, su amor mi aire y mi vida. Bebí la sed de sus labios y paso cada noche deseándola…  y viviría mil vidas amándola mientras me lleva al borde de la locura.
Amo con todo lo que existe para hacer de mí la más feliz y la más desgraciada, por amar y no ser amada y por tener que vivir con ello… sin miradas, sin caricias, sin besos, sin ella… viviendo como la tristeza de algo roto, espejismo que marcó mi rumbo.
Noto como mi corazón se marchita después de haber sido revivido. ¡ay mi corazón loco! ¿Cuánto desasosiego, cuánta rabia, cuánta tristeza y desesperanza te quedan por vivir? De un soplo te han arrebatado la vida y tu latir se perderá con todos tus recuerdos.
Sólo puedo sentir la soledad, sólo puedo tenerla como un recuerdo, como un anhelo, y he de enterrar mi amor para poder comenzar de nuevo un empezar que no deseo, que no encuentro.
Fuimos todo y ahora no somos nada. Hambre de vida que le consumió las ganas y que empezó a morir con el primer beso, hoy me hace morir a mí ahogando un grito que no puede oír, haciendo que el destino clave puñales en mis heridas para recordarme que nada es eterno, que puede que nada fuera cierto o sólo un sueño.
La quiero y no quiero quererla porque no me dejo, porque ha convertido mi vida en un ir y venir de te quieros sin pronunciar y la simple idea de no amarla me quema por dentro. Me dejó a la deriva sin subir a bordo. Hizo lo que le pidió la cabeza y no el corazón, ni el suyo ni el mío, y pensó que la tierra que pisaba era más firme que nuestro mar.
No quiero quererla porque pensó en los demás más que en sí misma o más que en mí, y ahora he de cortar las cuerdas que me atan a ella, y no puedo.
La quiero como no he querido a nadie, me dio lo que no me dio nadie, lo que me ha quitado tampoco me lo ha quitado nadie. Es la sal de mi mar, las lágrimas de mis ojos, la luz de mi faro porque con un solo beso derribó mis dudas y agrandó mi corazón. Sin darse cuenta se filtró en mi ser para dejarme después con esa eterna sensación de soledad en un agujero sin fin, con el alma al descubierto, y del que  no puedo salir. No sé qué va a ser de mí.
A pesar de todo quisiera querer dejar de quererla y no puedo.

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