jueves, 25 de noviembre de 2010

Disculpas de nuevo

Sólo porque pudieran ser aun mas publicas mis excusas, sirva esta entrada para disculpar mi tardanza en contestarles, a todos, en el último post.
Como dirían algunos de los que conozco “parece que me ha mirado un tuerto”, con todo mis respetos para ellos. Salgo de un mes prácticamente inmovilizada y me meto en una bronquitis, esta vez sin baja laboral, y es que no me pareció de recibo, aunque si que la habría agradecido ya que parece que la intimidad que estoy cultivando con la manta eléctrica mosquearía al mas paciente amante.
Y quizás sea esa “intimidad”, que da mucho tiempo para pensar, la que me llevo a pensar sobre la confianza, porque es algo tan frágil que se puede desmoronar al mas mínimo esfuerzo aunque construirla sea la obra de toda una vida. Y lo peor es que, sea la nuestra o la de otros, sucede y no es voluntario.
Que alguien pierda la confianza que tuvo depositada en mi puede estar justificada incluso por un malentendido, puedo habérmelo ganado yo por una acción equivocada, o puede ser fruto de su desinterés por mi o de su interés por otros. Puede que me lo merezca y lo acepto por muy ingrato que pudiera parecerme.
Que yo pierda la confianza en alguien puede estar sujeto a los mismos razonamientos, seria lógico, pero me duele mas por la decepción que supone. Y a eso me cuesta reponerme.
Decirles que sigo escribiendo, pero no puedo publicarlo. Ando metida en Carnavales este año y ya se que se han montado dos de los pasodobles que escribí. Me dice el director de la Comparsa que eso es como “comer pipas”… solo hay que empezar para no verle el fin. Y tiene razón. Escribo y escribo aunque al final me parezca una “caca”, vaya a la papelera y vuelta a empezar. Pero me quita tiempo para otras cosas. Y hasta Carnaval deben ser inéditos aunque la fiesta sea en una localidad pequeñita y las tablas no vayan a ser las del Falla.
Aparte de eso unos carteles para Navidad, organizar menús navideños para el trabajo (que lo de conseguir buenos menús, diferentes, sugestivos, que no sean caros y que dejen beneficios para los jefes no es fácil), fabricar las cartas con el dichoso photoshop que es un lio, un par de certámenes de poesía, el montaje de un libro para regalar y trabajar y curarme esta bronquitis entre tirón y tirón de espalda… es lo que me ocupa casi al completo.
Andaré por sus blogs, y por aquí me verán, aunque algo menos.
Gracias a todos por vuestras visitas, comentarios y compañía. No saben lo que les quiero.
.

martes, 16 de noviembre de 2010

Matematica pura


El tiempo que necesita una persona para ser considerada digna de confianza es
inversamente porporcional al que tarda en dejar de serlo.
...
...
...
... Y si eso no lo dijo nadie, debio hacerlo. Esas cosas se avisan.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Angustia


Paso a paso por aquel largo pasillo se tambaleaba de un lado a otro como ebrio de alcohol. Aquella puerta del fondo cada vez le parecía mas lejana y a cada centímetro que avanzaba, a cada palmo ganado a la distancia, era un ciento hasta el dintel. Era su espalda la que reflejaba la oscuridad, sus manos las que dejaban aquellas marcas en las paredes, sus ojos la fuente de esas diminutas luces que no dejaban de moverse, y la puerta, su única salida, se empeñaba en parecer a cada minuto mas pequeña. Y el techo cada vez más cerca.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Entre libros



Siempre pensé que los libros escondían entre sus páginas algo más que palabras o historias. Hubo un tiempo en el que guardaba flores y hojas que iba recogiendo y que mantenía allí durante días y días hasta que secas formaban parte de un bonito cuadro.
Hoy andaba buscando algo para leer y a falta de actualidad me conformo con repasar algo ya leído hace tanto tiempo que ni recuerdo. Me he ido a una colección, o mas bien parte de ella porque no esta completa, que nació de varias lecturas de instituto, obligatorias ellas, y que continué hasta que mi madre dijo que para tanto libro no estaba la economía a no ser que fuera cuestión de obligada lectura. Aun así conseguí llegar hasta el numero 39.
Me he sentado en la escalera y he empezado a abrirlos. Leyendo algunas líneas de cada uno de ellos buscando esa lectura que me invitara a continuar, un papel cae al suelo. Es una fotografía…
¿Cuánto hace que, con esta colección, me limito a limpiarle el polvo? Esta fotografía lleva años perdida… peor… lleva años robada (porque la robe de la caja de fotos de mamá) y no recuerdo los motivos que me llevaron a ello. Será que me gusta. Lo que si recuerdo es a mi madre repitiéndome cada vez que se acuerda, y me ve, “hay que ver como se perdió esa foto”. Ella le tiene cariño. Se la dio una de sus hermanas. Detrás lleva escrito “Escuela de Doña Fulgencia. 1934”, que debe estar equivocado porque en la foto se ve a mi madre con un par de añitos y ella es del 34.
La he escaneado y ahora la tengo en mi escritorio… y mas grande, que a ratos ni con gafas. He entrado aquí, que últimamente anda una un poco “que para nada”, y la cuelgo. Ahora ya podré devolverla.
¡Lo que esconden los libros..!