martes, 20 de noviembre de 2018

¿Lo sabía?



Lo sabía? Sabía que lo que iba a ocurrir desde el principio y no dijo nada?.
Qué esperaba? Que se diera cuenta ella sola? Que lo viera? Pues no lo vió. No supo ver más allá de un pequeño cambio, que si que es cierto que le extrañó, le chocó, pero pensó… no quiere atosigarme, se siente atrapada en su vida, debo darle espacio.
No le pidió que la esperara, es cierto, hasta poder solucionar tu situación. Le dijo que iba a cambiarla. Sólo tenía que encontrar, porque no era lo que quería, el cómo y el cuándo.
Y esas fueron, desde ese momento, las únicas palabras que resonaron en su cabeza cuando pedía por ella…”vendrá, sólo he de esperar un poco y rezar”.
Pero… era la chica de los “pero”… ¡esperó tanto!.
Debería haberlo hecho cuando estaba convencida. Entonces no la forzó a ello, nunca lo hizo, y lo único que necesitaba era un poco, una mínima parte de su ser, que la ayudara en la espera. Pero sí cree que vió su tristeza por lo que no le daba y que se asustó porque, a pesar de lo que le decía, de todo el amor que le profesaba, siempre mantuvo las esperanzas de un cambio en lo que no creía que podía cambiar y lo que sufrió fue el miedo a voluntariamente cambiarlo todo, a perderlo todo para no saber si iba a ganar más o a perder menos. Su necesidad no era más que un problema más que añadir a su vida.
Creyó que se amaban y cada una deseaba lo que la otra le ofrecía, felicidad, había estado segura de eso. No lo vio y se equivocaba. Había muchas cosas a las que quizás no quería renunciar, y nunca le dijo, y estaba dispuesta a sacrificar su amor por la tranquilidad de su conciencia. No podía hacer daño a pesar de todo el que le hicieron, Es loable y admirable eso de asumir la responsabilidad, pero cuando te toca la parte del perder en la partida cuesta un mucho y suena a excusa. Y eso es muy, muy difícil de entender cuando se ama, crees que te aman y te apartan en beneficio de otra persona.
Sabe que eligió. No sabe si con la medida de la responsabilidad y del miedo o es que es cierto que deseaba intentar volver a su pareja con la misma intensidad que antaño porque aún la amaba y, cuando le decía que no, le mintió… por ella misma, para eliminar la posibilidad de sentir la culpa de abandonar cuando te hacen ver que te necesitan… o por ella, porque creía que sería más feliz eliminando una espera que no sabía cuánto duraría y encontrando así un alivio a su abandono.
Más… ¿dónde quedo ella? ¿Qué había de su entrega y su dolor? ¿De su pérdida? ¿Qué de sus sentimientos, esos que tendrá que olvidar… esos no eran importantes, esos si se podían dañar? ¿Qué era de su angustia y su soledad? ¿Qué del amor que aún no había entregado? ¿Qué de una vida que ya no quería vivir? ¿Qué de su fragilidad?¿Nadie era responsable de hacerle sentir que había vuelto a ser arrastrada sin consideración?¿Es que tendría que seguir sintiéndose comodín que se puede descartar para todo el mundo? Eran demasiadas preguntas sin respuesta que la golpeaban hasta volverla loca. ¿Por qué?
Cuál era su sitio ahora?... Quizás ese rincón del que nunca debió salir para confiar, para esperar, para amar.
Si, su culpa fue amar sin poner remedio ni condiciones. Su responsabilidad, alimentar un amor para luego tener que tirarlo.

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