Alli...

Allí donde comienza el camino,
donde el mar rompe el acantilado,
junto al silencio y las sombras,
cerca de la bruma…
Allí donde lo que deseas
se lleva en una mochila,
donde el día no tiene horas
y el tiempo es el eterno amante
de un reloj de arena…
Allí donde todos somos un principio,
donde la tarde confía en el ocaso
de la tibia línea del mar y el cielo…
Sentada junto a la puerta me encontraras
y viviré otra vida para darte tiempo
donde la espera estalla, allí,
donde el faro lanza un guiño al horizonte.

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... y seguir soñando.

Atrapada entre sentimientos y mil fantasías que cabrían entre las paredes de mi estancia, de mares inmensos por alfombra y estrellas que nos miran entre abrazos de luna.
Derretir cada minuto, embocar instantes, y fundirnos con el mismo beso en el lecho de la memoria y los deseos, azar grabado en algún lugar de la vida, tiempo de espera entre latidos, cofre de lagrimas, y besos velados.
Y fueron tus palabras las que me despertaron a la vida y me hicieron hallar historias jamás soñadas.
Levantar mis ojos y poder saludar el día con ternura y sin miedo. Dormir con el consuelo de un nuevo amanecer y vivir en la pasión de una noche siempre corta.
Tardío viaje, historias de placer, líneas que convergen entre el desenfreno y la sensualidad.
Savia y aire fresco. Clorofila encendida que consigue enrojecer níveas cumbres, para sentirte mas cerca que nunca.

Empapada

Como de gotas de lluvia
me empape de ti
mientras caminaba sin mirar
huyendo de mil noches vacías.
Y el sol de la eternidad
sólo sabe gritar tu nombre
convirtiendo en abrazos
cada momento.
En el silencio de tu intimidad
no me dejo vencer por la impaciencia
de ser dueño de tu tiempo.
Prosa de mi carne,
poesía en mis secretos
y música para mi danza
Quizás en una noche fría,
entre ola y ola,
la curva de mi labio
llegue a rozar tu quietud.

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Melancolía

Te has afincado en mi casa
cuando creía que sólo estabas de visita
ocupando espacios y rincones
que necesitaban ser llenados.
Me recibiste un día
en el zaguán de mi vida
y he llegado a solicitar permiso para vivir.
Tu compañía me lacera.
Consigues que la lluvia me adormezca
dejando vacía la alcoba que acoge mis deseos…
sabor a nada que me lleva a la soledad forzada.
Ausencias y vacíos que atan mi alma
a la monotonía de tu yugo.
Marioneta creada a pluma y cincel
y dimensiones que me levan
a prolongar miradas que se ahogan.
Pertenencia imaginaria,
atalaya hecha jirones,
castillo de naipes derramado
como gelatina tibia
y que el tiempo consiguió endurecer.
Me despojas de sonrisas y me dejas
caricias marcadas y razones para odiarte.
Me secuestras el aire y la calma
y me rompo a golpes de tristeza.
Viaje inquieto
por mis recuerdos sin futuro…
amante impaciente…
llanto agitado…
olas que me arrebatan el aliento
con solo una palabra.
Algún día
seré capaz de olvidar tu nombre
y desaparecerás,
melancolía.
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Tocando el cielo

Oí tu voz en la lejanía y puse oído para escucharte
Escuché tus palabras y dejé las mías para que el viento me llevara hasta ti.
Vi tu alma y mis esperanzas se renovaron rozando las tuyas.
Rocé tus manos y vi las mías tocando el cielo.

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Búscame... amor

Búscame, amor, si no me encuentras
como aquel… detrás de la cortina.
Búscame en la penumbra,
al abrigo de cualquier esquina…
en unos ojos que lloran
y en una vida que rie,
o, como decía la canción…
“donde se acabe el mar”.
Donde los recuerdos son eternos,
donde el amor es un regalo,
al timón de mi velero,
y bajo sabanas de seda.
Respira de mi
soplando aliento
en el paladar de un beso…
en tu pensamiento,
en el cielo,
cerca de ti,
donde escondes el fuego
de tus recuerdos
y puedas respirar de mí
en la raíz de tus besos.
Búscame donde el calor te llene,
donde la vida descanse
cuando quieras soñar,
donde un dibujo tome color,
donde puedas hablar en voz baja
y yo te pueda escuchar.
Búscame en el espliego
en la retama y el romero
en las letras de una nana,
y te daré la miel que deseas
de los dormidos deseos.
Búscame cuando te sientas solo,
donde el misterio envuelve a los poetas,
donde vuelan las cometas…
Búscame en el cielo, amor…
búscame en ti.

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Atrévete

Deja de ser sombra difuminada
por los hilos de la débil cortina
y que al abrigo de cualquier esquina
te oculta de mi discreta mirada.

Languideces como luna menguada
durmiendo en la tarde mortecina,
perdiendo vida y alma en la rutina
de la ilusión que creíste olvidada.

Sentado espero al final del camino
emprende el viaje, da el primer paso,
podemos ser esperanza y destino

plantemos cara al temido fracaso,
ceñiré el deseo con suave lino
y este amor será envidia en el Parnaso.

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