Intento romper lazos y dejarme ir
pero no puedo, sé que ni la muerte podrá liberarme del dolor, ese que me
aplasta el corazón y lo hace añicos.
Me miro y mi cuerpo se ha convertido en un saco de huesos y piel casi sin
fuerzas para moverse y mi vida me viene tan grande que me cae encima hasta
enterarme.
Mi cabeza no para de dar vueltas. Intento parar pero no consigo vaciarla. La
idea de sólo dormir hace que desee permanecer en la cama, acurrucada y oculta
del mundo bajo las sábanas durante todas las horas que tengo del día.
Que me duelan los ojos de tanto llorar no hace que el dolor de mi interior
desaparezca aunque encontrar una razón para querer vivir se haya convertido en
mi única razón de ser.
En mi mundo hoy no hay orden en ninguna parte, sólo caos, y en mi caos no
hay leyes ni lógica. No hay nada en la locura que merezca confianza y lo que yo
creo sólo me ata más a un mundo de ilusiones que nunca llegarán y donde el
dolor me aterra.
He de soltar mis cadenas pero no puedo desprenderme de ellas sólo con
desearlo. He de tomar de nuevo el control de mi vida y abrir la puerta de la
prisión que me retiene, pero no sé cómo hacerlo..
Lo que siento es real, lo que vivo es real, lo que no creí posible ha
ocurrido y quisiera que la verdad que vivo nada tuviera que ver con la
realidad. Es difícil si no quiero dejar de ser como verdaderamente soy.
Podría leer en mis cicatrices y ver como mis heridas se niegan a cerrar y el dolor es lo único que hace que me sienta aún viva.
Nadie espera nada de mí, nadie necesita nada de mí, nadie quiere nada de mi…
ni siquiera yo.
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