Tu voz me alimentó y
mi corazón se perdió en tus manos. Tus sentimientos por mí no pudieron hacerme
más feliz, hasta el extremo de no poder irme a la cama sin saber de ti. ¿Cómo
evitar emocionarme con tus mensajes? Ojalá pudiera mirarte a los ojos y no el
último de ellos. Te has convertido en una parte tan grande de mi vida que está
vacía sin ti.
Escribí una carta
para ti durante mis largas noches de vigilia pero se desvaneció de tanto como
te echo de menos…quizás coincidimos en otra vida y estábamos destinadas a
encontrarnos. Llenaste de luz mi alma rota y recuperé el deseo de permanecer
hasta el punto de pensar que no te estaba conociendo sino recordando de algún
sueño perdido. Me llevaste a tu mundo cuando del mío no esperaba volver y venciste en
la lucha entre mi corazón y mi cordura.
Pero al primer amor
siempre le dices que si porque puedes reír mientras entregas tu alma
completamente desnuda y es estúpido no estar con ese ser que te hace feliz. Y
yo pude amar hasta tu tristeza siendo inmensamente dichosa mientras atabas mi
corazón a tu pecho dejándome las manos libres. Éramos de ese amor que todos
desean tener y pocos obtienen.
Para mi has sido una
bendición y tu nombre se ha quedado a vivir en mi garganta porque mientras recogí
los trozos que otros dejaron caer, no imaginas cuántos deseos gasté en ti.
Hiciste que mi corazón se acelerara y, no quedándome nada, mi ser fue completo
por ti. Yo lo quise así.
Intenté conquistarte
pero te alejaste y ahora, cuando te recuerdo, te siento demasiado cerca. Empapada
de ti con recuerdos que aún viven y donde mi voz no llega, he de cerrar la
ventana que me lleva hasta ti y por la que te entregué el resto de mí.
Te amo como no se
ama en esta vida y espero que el amor que me diste te sea devuelto de la misma
manera, con la misma intensidad, y te merezca la pena.
Siempre seré tuya y
tu mía.
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