Si tuve momentos de infelicidad y nada te dije, no fue por el mero hecho de ocultártelo sino por miedo a hacer daño a la persona que lo era todo para mí.
A medida que esos momentos se iban acumulando se anotaban automáticamente en una libreta escondida en el último rincón de mi memoria y, al mismo tiempo, conforme pasaba el tiempo, y sus hojas se ponían a rebosar, un tipex mágico las eliminaba para dejar sitio a las que llegaban y quedaban por llegar.
Pero un día, sin saber por qué, el borrador dejó de funcionar y esa libreta empezó a llenarse y llenarse, amontonando una infelicidad tras otra, entrelazando renglones, mezclándolos como coctail venenoso con mucho hielo. El toque de granadina terminó siendo sólo eso, un color que sueña con enmascarar el amargo sabor de la verdad.
Hoy, no es que no existan momentos de felicidad, o que solamente viva de la tristeza a la decepción, es que cada día me encuentro más lejos de saber apreciarlos… o de querer hacerlo.
Y lo que más me asusta es la posibilidad de vivir una vida infeliz, viendo cada vez más lejanos los días en los que nada parecía imposible de conseguir, y acostumbrarme a ella.
Me veo convertida en una ola gigantesca que, aún necesitando beber de la orilla para crecer, después se despliega por la tierra que le sirvió de alimento para destruirla. Y me veo siendo capaz de saltar sobre lo que nos ha unido para adquirir el valor suficiente y odiarte, borrarte de mi recuerdo y borrarme del tuyo.
Para que nuestras huellas no se conviertan en pesadillas difíciles de olvidar, pongo punto y final a esta historia. Recogeré lo bueno que quedó del camino recorrido y, en el próximo cruce, me iré.
A medida que esos momentos se iban acumulando se anotaban automáticamente en una libreta escondida en el último rincón de mi memoria y, al mismo tiempo, conforme pasaba el tiempo, y sus hojas se ponían a rebosar, un tipex mágico las eliminaba para dejar sitio a las que llegaban y quedaban por llegar.
Pero un día, sin saber por qué, el borrador dejó de funcionar y esa libreta empezó a llenarse y llenarse, amontonando una infelicidad tras otra, entrelazando renglones, mezclándolos como coctail venenoso con mucho hielo. El toque de granadina terminó siendo sólo eso, un color que sueña con enmascarar el amargo sabor de la verdad.
Hoy, no es que no existan momentos de felicidad, o que solamente viva de la tristeza a la decepción, es que cada día me encuentro más lejos de saber apreciarlos… o de querer hacerlo.
Y lo que más me asusta es la posibilidad de vivir una vida infeliz, viendo cada vez más lejanos los días en los que nada parecía imposible de conseguir, y acostumbrarme a ella.
Me veo convertida en una ola gigantesca que, aún necesitando beber de la orilla para crecer, después se despliega por la tierra que le sirvió de alimento para destruirla. Y me veo siendo capaz de saltar sobre lo que nos ha unido para adquirir el valor suficiente y odiarte, borrarte de mi recuerdo y borrarme del tuyo.
Para que nuestras huellas no se conviertan en pesadillas difíciles de olvidar, pongo punto y final a esta historia. Recogeré lo bueno que quedó del camino recorrido y, en el próximo cruce, me iré.
Te amé
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6 comentarios:
Hay que saber pasar página.
Los caminos de la infidelidad son difiles de corregir, una vez empiezas a andarlos ya no hay marcha atras, bien porque tu no puedes parar, bien porque los demas no dejan que pares..., es triste siempre se hace daño a quien más se quiere.
Maile san , cuando más intentamos olvidar ...más recordamos . Secretamente dentro de lo sentimental o en los deseos esta presente la infidelidad .
Buena semana !!!
Rosna
Entre olvidos y recuerdos (que parece publi de mi blog, pero no lo es)...ambos tan imposibles como imprescindibles.
Besos.
Al leeros tuve que volver al texto porque pensé que me había confundido. Aunque si hubiese escrito "infidelidad", en lugar de "infelicidad", también se ajustaría.
ARO, pasar página es necesario, es cierto, pero siempre esperas hasta el extremo intentando salvar la mayor cantidad de líneas. Encontrar ese momento es difícil.
CAMPOAZUL creo que en esos caminos de la "infidelidad" sólo hay un paso del que no es posible volver atrás, el primero porque para el resto de ellos somos libres, y muy capaces, de decir que no. Si neceitas ser infiel es porque no amas. Si amas y no quieres hacer daño, lo dejas.
ROSNA, también hablas de "infidelidad". Yo la he sufrido, y no sólo una vez, ni con una única pareja, y sé lo que duele. Pero es un dolor tan gratuito, y tan fácilmente evitable, que no lo entiendo.
Dejar de amar es una posibilidad y un riesgo que, claro está, no asumes desde primera hora, pero la infidelidad no debería ser una posibilidad.
Nadie te garantiza la felicidad, ni siquiera tus propio interés, pero la infidelidad no contribuye en absoluto a ella.
JUANMA, tendemos a conservar sólo los buenos recuerdos, con los malos nos empeñamos en relegarlos al olvido lo antes posible para que dejen de hacer daño. Pero, muchas veces (por no decir siempre) no es bueno olvidar lo que sufrimos, por si podemos evitarlo la próxima vez.
Olvidar, recordar o, simplemente, perdonar.
Gracias a todos. Y procurad ser "felices", que no "infieles".
Y yo encantada de verle por aquí.
¿Inquieta? Quiero morirme inquieta.
Si me sigue la pista... cuando me encuentre, dígamelo.
Saludos señor Miguel.
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