miércoles, 30 de diciembre de 2009

Borrón y cuenta nueva

Llega el último día del año.
Se dispara la nostalgia de algunos, los recuerdos de otros, las ansias de vivir en un solo día lo que no se ha vivido en un año… prisas por hacer balances y buscar nuevas metas.
Dar el primer paso con el pie derecho, echar un puñado de lentejas en tus bolsillos, vestir ropa interior roja, amarilla o verde según lo que desees, velas doradas para atraer el dinero, roja para el amor, azul para cambiar de trabajo, darse un baño con sal o pétalos de rosa… infinidad de cosas… lo de las doce uvas o lo de meter un anillo dentro de la bebida es de lo más normalito.
Hay quien decide recibir el nuevo año en un gran hotel, hoy con spa, o en la mejor de las discotecas. O quienes se alquilan una casita en el campo y, al calor de la chimenea, junto a familia o amigos, se lo pasan pipa entre papelillos y cava o se terminan tragando el “especial Nochevieja” de cualquier emisora de televisión, con la tranquilidad de no tener que volver esa noche en coche a casa.
También los hay que se lanzan a la calle, chicos con traje y pajarita (que después de las doce desaparece) y chicas con tan mínimos trajes que parecieran cinturones anchos, pero que terminan, botella en mano, haciendo el “jili” y dando la nota.
Con la dichosa crisis, este año, habrá más de los que se quedan en casita, que reciben el año cerquita de la estufa y en babuchas, y que media hora antes de las doce se empeñarán en pelar las uvas.
También los habrá quienes tomen de cena una lata de judías y brinden con cola para encamarse de inmediato porque la peli es la misma del año anterior.
También …los que están solos, los que quieren estar solos, los que tienen que trabajar esa noche de guarda en el aparcamiento de unos grandes almacenes o en el servicio de urgencias de un hospital y , por desgracia, están los que no tienen casa o los que no tienen cena.
Pero todos, todos, esperan (esperamos), que en el último minuto del año nos sea concedido un deseo ante la ilusión de que se hará realidad en los próximos doce meses.
Será el día del “borrón y cuenta nueva”.

Borrón y cuenta nueva

Llega el último día del año.
Se dispara la nostalgia de algunos, los recuerdos de otros, las ansias de vivir en un solo día lo que no se ha vivido en un año… prisas por hacer balances y buscar nuevas metas.
Dar el primer paso con el pie derecho, echar un puñado de lentejas en tus bolsillos, vestir ropa interior roja, amarilla o verde según lo que desees, velas doradas para atraer el dinero, roja para el amor, azul para cambiar de trabajo, darse un baño con sal o pétalos de rosa… infinidad de cosas… lo de las doce uvas o lo de meter un anillo dentro de la bebida es de lo más normalito.
Hay quien decide recibir el nuevo año en un gran hotel, hoy con spa, o en la mejor de las discotecas. O quienes se alquilan una casita en el campo y, al calor de la chimenea, junto a familia o amigos, se lo pasan pipa entre papelillos y cava o se terminan tragando el “especial Nochevieja” de cualquier emisora de televisión, con la tranquilidad de no tener que volver esa noche en coche a casa.
También los hay que se lanzan a la calle, chicos con traje y pajarita (que después de las doce desaparece) y chicas con tan mínimos trajes que parecieran cinturones anchos, pero que terminan, botella en mano, haciendo el “jili” y dando la nota.
Con la dichosa crisis, este año, habrá más de los que se quedan en casita, que reciben el año cerquita de la estufa y en babuchas, y que media hora antes de las doce se empeñarán en pelar las uvas.
También los habrá quienes tomen de cena una lata de judías y brinden con cola para encamarse de inmediato porque la peli es la misma del año anterior.
También …los que están solos, los que quieren estar solos, los que tienen que trabajar esa noche de guarda en el aparcamiento de unos grandes almacenes o en el servicio de urgencias de un hospital y , por desgracia, están los que no tienen casa o los que no tienen cena.
Pero todos, todos, esperan (esperamos), que en el último minuto del año nos sea concedido un deseo ante la ilusión de que se hará realidad en los próximos doce meses.
Será el día del “borrón y cuenta nueva”.

sábado, 26 de diciembre de 2009

Caja de bombones

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Me regalaron el 24 una caja de bombones.
Por Dios… ¡qué me gusta el chocolate!
Tan linda la caja… con su cama dorada, su lazo rojo, los papelillos de colores (cada uno escondiendo una sorpresa, una delicia para el paladar)… relleno de licor, de avellana… y esa forma de crujir al morderlo… un “uhmmmmmmmmm” de placer semejante a… (mejor dejémoslo), un trasladarse a sabe Dios qué sitios, un soñar con un sabe Dios qué cosas, sentir sabe Dios qué…(que mejor será que Dios no sepa tanto)… que casi me comí la caja entera en una Nochebuena que no fue tan buena porque la pasé solita, me quedé sin televisión, sin teléfono, recogiendo el agua que me entraba por el tejado y, durante unas horas, sin luz. Pero me puse tibia de bombones.
He buscado en Internet cosas referentes al chocolate. Y es curioso…” el cacao rico en flavonoides ayuda a proteger la piel de los rayos ultravioleta”… que, evidentemente, a mi no me sirvió porque era de noche… “Produce serotonina, lo que alivia la depresión y cualquier dolor emocional” … que tampoco me sirvió a la postre porque dos o tres posiblemente alivien, pero casi una caja sólo me produjo un empacho.
Y lo de “el chocolate sustituye al sexo” (como se han atrevido a asegurar algunos expertos que, con voluntarios, a los que primero les dieron a probar chocolate, y midieron sus pulsaciones y actividad cerebral y, a continuación hicieron besar a sus compañer@s, y saboreando el chocolate, los corazones de los conejillos de indias se aceleraban de 60 a 140 pulsaciones más que cuando dieron besos).... mucho me temo que tampoco porque lo único que conseguí fue que se me rompiera un empaste en una muela, que me dio una noche que ni el ibuprofeno, y todo porque no me di cuenta de que algunos venían con unos rellenos más duros de la cuenta. Vamos que la noche de “sexo y pasión” tampoco me la regaló ni Papa Noel, ni la caja de bombones.
Que están ricos… seguro. Que me encantan… seguro. Que seguiré disfrutando de ellos… seguro, cuando pueda. Pero falsas esperanzas… va a ser que no.
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miércoles, 23 de diciembre de 2009

Dos gotas de Chanel 5

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Una Cruzcampo y un paquete de cigarrillos. No es mala compañía. Me gusta.
Miro por la ventana y parece que el cielo se cae. Llueve a mares, “chuzos de punta” ( ya podría llover sobre los pantanos y las patatas que son los que verdaderamente lo necesitan ).
La tarde se me antoja tranquila. No hay televisión (el viento rompió la antena), en el msn no hay nadie, en Facebook tampoco (aunque a lo mejor es que no sé cómo funciona), el gato anda durmiendo en algún rincón y no tengo que ir al trabajo esta tarde (cosas de la crisis)… Parece que en las calles la madrugada se adelantó porque campan a sus anchas los silencios. El atronador golpeteo de las gotas de lluvia sobre los tejados es lo único que me provoca dolor de cabeza.
Y promete repetirse mañana con lo que viajar para la cena de Nochebuena se me pone difícil. Posiblemente será la primera vez.
Como diría Marylin… con dos gotas de Chanel 5.
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lunes, 21 de diciembre de 2009

FELIZ NAVIDAD


Sois muchos y no sé vuestras direcciones postales... ni siquiera vuestros emailes.
Cabemos a una felicitación por cabeza... que las he hecho en serie por eso de la crisis, que la cosa está muuuuu chunga.

Que Dios ( mi Dios o el vuestro) os bendigan a todos.

sábado, 12 de diciembre de 2009

Rubores

Una sola mirada consiguió ruborizarla.
Lentamente, sintió como se iba adentrando hasta su más profundo secreto como el aire que se desliza por cada uno de los recovecos de una inmensa y oscura cueva.
Por sus ojos a su garganta, donde descubrió palabras nunca pronunciadas, ahogadas por la vergüenza o el miedo; canciones que nunca hallaron más eco que el susurro.
De su garganta a su corazón, donde la sangre transitaba sin más carga que la del oxígeno que la mantenía con vida, sin más destino que el de volver, una y otra vez, al mismo comienzo.
De su garganta a su estómago, fuerte como una roca, única ayuda en los peores momentos, cuando había de digerir lentos anocheceres, cuando lo que más deseaba era dormir y olvidar.
Sus hombros, sus brazos, sus manos, cansados de asir los remos de su vida luchando contra toda imposición. Su cadera, sus piernas, sus pies, adheridos a un suelo al que rogaba se hundiera antes de que encontrara su alma, escondida y muerta de miedo, temblorosa y enamorada.
En sus ojos… lágrimas secas
En su garganta… un anhelo
En su corazón… un latido
En su alma… su alma se asomó tímidamente para encontrar luz en otros ojos.

Pinceles y raices

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Si mis dedos fuesen pinceles,
daría color
a una sonrisa en tu boca,
pondría luz en tus ojos
y rojez en tus mejillas.

Dibujaría
un corazón en tu pecho,
borraría la cerradura
y tiraría la llave,
para que no pudieras
volver a cerrarlo
cuando yo entro.


Y una línea en tu espalda
hasta tu nuca,
llena de caracoles
y campanillas,
y recorrerla...
con la yema de mis dedos.

Y un camino...
un camino que me llevara
hasta ese bosque
en el que te escondes
tras la sombra
de cualquier rama.

Enredaría mis dedos en tu pelo

y echaría raices en tu alma.

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domingo, 6 de diciembre de 2009

Ansiedad

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Ansío ser amada. Ser amada de esa manera dulce y sosegada que te regalan los años… o a esa velocidad joven y extraviada que pone un coche de cero a cien en menos de un minuto… con la tranquilidad de la verdad… con la ternura de un poema…
Después de mucho tiempo de no encontrar nada dentro de mí, de hallarme tan vacía que ni el más mínimo sentimiento pudiera echar raíces por yerma y desgarrada, por hallarme sumida en un mar de odio contra todo y todos, por haber ido almacenando desamores, decepciones y mentiras, mentiras a medias, porque no hay mayor mentira que la de no querer saber la verdad, cerradas las puertas a todo daño, escondida bajo la almohada… echo de menos tantas cosas…
Una mano tierna que, dejada caer sobre mi hombro, me convenza de que puedo ser capaz de todo; un beso que, antes de dormir, me prometa hermosos sueños; una sonrisa que ilumine mañanas lluviosas; una palabra capaz de llenar una vida; un hombro para llorar y un abrazo que sea el escondite perfecto…amar sin condiciones.

Mientras tanto soñaré que existes, que me amas, que estas ahí.
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jueves, 3 de diciembre de 2009

Porque te quiero

Después de mucho pensarlo, no quiero verte,
ni conocerte, ni hablar contigo,
ni siquiera mirarte desde lejos,
a escondidas.

He Decidido que no quiero ni que me veas,
ni que me conozcas, ni que me hables,
que no me regales ni un solo beso…
sólo soñarte.

No quiero ni amarte, ni que me ames,
ni descubrir que no te quiero,
ni adivinar que no me quieres.

No quiero tener que oír tus mentiras,
tus excusas para no verme
ni tener que ahogar mis besos.

Porque no quiero defraudarte
porque no quiero llorar…
llorar porque te quiero.

Nos seguiremos escribiendo.
Una rosa para ti…
un pañuelo para mí…
y dos sueños.

martes, 1 de diciembre de 2009

Niños


Se aburría. No tenía con quien jugar y no le apetecía hacer castillos. Hacía frío… menos mal que mamá había encendido eso que da tanta calorcita… aunque no pueda acercarse a ella.
Apenas llegaba con la nariz al borde de la mesa.
- Mami… ¿Qué haces? ( se parecía a lo que acababa de hacer el en la pared de su cuarto)
- escribo
- ¿por qué?
- porque me gusta
- ¿por qué? (vaya una respuesta… a el le gustaba saltar en el sofá y siempre le regañaban por hacerlo)
- Porque me gusta contar cosas y pensar que alguien las leerá.
- ¿por qué? ( a el le gustaba que mamá le contara cuentos)
- No preguntes más, no lo entenderías.
- Yo quiero.
- Tu no sabes escribir todavía
- yo quiero… sí que sé.
Mamá cogió de un cajón un lapicero y una hoja de papel. Se parecían a los que la señora mayor le prestaba a él y a sus amigos… un día se trajo uno escondido en un bolsillo y lo guardaba junto a don potato.
- Siéntate aquí y dibuja un poco mientras termino.
Vaya… es todo blanco… en los otros siempre hay algo dibujado y el sólo tiene que dar el color… qué chasco… ¿qué hacer con esto tan blanco?… no es igual que hacerlo en la pared, detrás de la puerta, donde mamá no podrá verlo… ¿y si no le sale bien?… ¡qué grande!… pero mami lo hace… a ver… qué tontería, dibuja pequeño y sin color… eso no le gusta… no es divertido…
- Mami… píntame un caballo.
- Hazlo tú, yo ahora no puedo. Termino enseguida.
Pintar un caballo… que se creía ella que iba a dibujar un caballo… ¿no se le podía haber ocurrido otra cosa? ¿Cómo iba a pintar un caballo?... si lo hacía y mami veía lo que había tras la puerta sabría que lo había hecho él… y buscaría lo que guarda el señor potato… ¡Con lo bonito que le había quedado! … mejor no escribir aquí… además, lo que hacía mami no parecía ya tan interesante…
- No sé pintar caballos… ¿mami?... que no se pintar caballos…
Soltó el lapicero sobre la mesa y dejó el papel en blanco. Estaba satisfecho… cuando mami descubriera el caballo detrás de la puerta se llevaría una sorpresa… pero si creía que no sabía escribir nunca se le ocurriría pensar que había sido él… y es que mami no le dejaba pintar en la pared.