martes, 22 de noviembre de 2011

Melodías

¡Qué extraños son esos entresijos! Y sin saber a qué obedecen… ni siquiera si saben hacerlo. Pero ¿a quién le preocupa?

La tarde comenzó decepcionada. Un encuentro programado que abría una ventana donde, en algún momento siempre inoportuno, una puerta se cerró con cerrojos y candados, se convierte (y cuanto más pienso en ello más sentido le encuentro) en una despedida fría, casi violenta… y que no tenía nada que ver con lo que dos horas antes imaginaba mientras me acicalaba delante de un espejo al que nunca conseguí tener por aliado y del que sólo he conseguido, con el paso de los años, que me vuelva la cara cuando intento que me mire.

De vuelta decidí que podía recuperarme retando a la legalidad. Descargando música de internet. Pero no me importó mi desfachatez.

Buscaba melodías de saxo. ¡Oh el saxo..! ese que es capaz de envolverte, siempre que te guste claro está, de la misma manera que lo haría el fuego de una lumbre en la peor noche de invierno y de hacerte sentir que eres capaz de flotar un par de cuartas por encima del suelo si te dejas llevar.

Pero no… me duró poco el embeleso. Fue como cambiar el blanco por el negro, la melancolía por la euforia, el hechizo por la embriaguez…. Bicheando me encuentro con un enlace que decía “Mix Saxo” y, como buen bichito que soy me fui diligente a abrirlo pensando que había conseguido ,sin demasiado esfuerzo, lo que llevaba dos horas intentando… buena música.

Después de unos cuantos acordes que aún me chirrían… ¡¡ la bomba !! Hacía tantos años que si me lo cuentan porque lo hice sonámbula no me lo creo. Di un brinco del sofá y me puse a saltar en la sala como una quinceañera, loca por apurar una noche de sábado en la discoteca porque a las doce tiene que volver a casa. Village People, Bee gees, Donna Summer… Era música de los… bueno la mía, para que vamos a entrar en detalles. Salté y me retorcí como posesa durante “ya ni me acuerdo”, hasta que caí agotada, con todos mis años ligeros como pluma pero que me aplastaban hasta no dejarme casi ni respirar.

A partir de aquí ni volver a la sensatez, ni respirar ondo, ni intentar concentrarme con la delicadeza de las melodías del Taichi. Ni el gato con su ronroneo, que me había estado observando desde la escalera entre asustado e incrédulo, ni una taza calentita de té. Entre el dolor que me quedó en piernas y brazos y el acelerón que mi corazón se apremiaba en olvidar, sólo daba gracias porque eran las once de la noche y nadie me había visto en semejante descontrol y terminé durmiéndome con la dulce voz de Michael Bublé.

Soñé con mi juventud y dormí como un bebé. Paradójico, no?.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Luz de luna

Cuántas veces no habré soñado

con las señales que la luna deja en tu piel

y hacer de ellas mi cobijo para renacer

sobre cuna de yedra y gotas de azul violeta…

para vivir fantasias ya olvidadas,

recuperar los tiempos perdidos

y alacanzar un ocaso

que va contando los minutos que restan

para destrozar un alma…

carbón que lucha por no ser consumido,

rescoldo cuyo fin es seguir calentando

hasta su ultima hora…

pequeñas porciones de aquello

que se tardo toda una vida en atesorar

cultivar y abonar…

mantenido en barbecho cuidadosamente,

sin dejar que ni la brisa lo dañe…

Sal que confiere sabor

al eclipse de sol

y a las señales de la luna.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Renovando

Mis manos añoran
mientras mi alma exhala
calores que la descartan
como acogedora.
¿Quién podría contarme
como encontrar mi sombra
mientras mis dedos
buscan tu esbozo?
Recuerdo mientras suspiro,
sueño y deseo,
realizo
y mi desaliento
me ahoga en el fondo de un mar
que no recuerdo.
Entre recuerdos duermo
y bajo mi almohada guardo
las lágrimas que derrame…
y espero,
y respiro,
y anhelo…