A los románticos nos gustan las
películas de amor. Si terminan bien nos llenan de felicidad, si mal la tristeza
nos embarga. No siempre se pueden derribar los obstáculos ni lograr que el amor
prevalezca, ni siquiera el amor verdadero. A veces hay amores que por alguna
razón son imposibles. Olvidar a quien
amamos no es tarea fácil.
He leído por algún sitio “no hay
amores imposibles, sino amantes cobardes”.
Quizás la amante cobarde sea yo porque a pesar de todo permanezco enamorada y mi
decepción no llega porque sería como dejar atrás un sueño y olvidar que amé, talar el
árbol antes de que dé fruto, y aún me niego.
Pero necesito olvidar porque hay
una parte mínima de mí que me dice que este es uno de esos amores imposibles, porque intenta
hacerme saber que no lo será por más que yo lo desee, porque sé que su decisión ya está
tomada y, aún sabiendo cómo la amaba, no fué por mí. Necesito olvidar porque estar
enamorada me hace daño, tanto o más como el que ella me hizo al apartarme y ese
desamor me está agotando.
Desear dejar de sufrir, lo deseo.
Querer ser feliz, lo quiero. Dejar que ella deje de ocupar todos mis
pensamientos lo necesito hasta el punto de ponerme en su piel e intentar tomar las decisiones que tomó y justificarlas
para entenderlas y prefiero que sea feliz con su elección antes de que ella no lo fuera cuando, con el tiempo, descubriera que no me amaba . Amarla me está haciendo sufrir pero no puedo hacer de todo
borrón y cuenta nueva.
El último mensaje que leí de ella,
antes de que lo borrara, fue un “te
quiero”, y sus razones para matarme acaban conmigo cada día por no haberlas oído de su boca mientras miraba sus ojos y saber si me mentian, porque
cada vez que la veo me siento incapaz de todo, porque la amo hasta el punto de preferir morir
antes que olvidarla y sigue habiendo demasiadas horas en las que quiero morir.
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