Solía tener siempre reservados una caja de bombones y algún benjamín de cava
por si había que celebrar algo inesperado, alguna ocasión especial, pero viendo
que las buenas ocasiones parecían esquivarla, de vez en cuando comía bombones y
bebía cava sin motivo alguno con la esperanza de que los próximos a lo mejor
podía compartirlos. Los últimos no estaban allí desde hacía demasiado tiempo y
esperaba que se presentara ocasión como la última en la que los nervios y las
prisas hicieron que, teniendo algo grandioso que celebrar, volvieran a quedarse
guardados.
Pero el tiempo pasaba y la vida no parecía tener
muchas intenciones de regalarle momentos especiales y estar viva ya no
era tan gran motivo de alegría como para unos bombones a solas.
A lo mejor, uno de entre sus más
queridos recuerdos, uno que la hiciera francamente feliz o una fecha que no quisiera
olvidar. Sus recuerdos eran suyos y no necesitaba de nadie para celebrar lo que
un día le hizo sentir que su vida era especial. Quizás así no se sintiera tan
tremendamente olvidada. Ese recuerdo le haría compañía mientras cualquier día
no fuera lo suficientemente importante.
Sólo un recuerdo o una fecha, quizás dos. No debía ser difícil. Había muchas cosas que
no olvidaría nunca pero los bombones y el cava debían ser para algo que
realmente le hubiera dejado esa huella profunda que lo hace único e
irrepetible. Un día y un recuerdo que no quisiera olvidar.
Lo tenía claro... celebraría ese día por aquel beso.
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