Escribí para ella poemas de amor
y ella escribió el mejor en mí. Le desnudé mi alma, sus dedos tocaron mi
corazón y sus besos se convirtieron en cicatrices, aunque la ame hasta mi
último aliento.
A mi pesar, mi amor sigue en pie como
como cualquier atalaya, vigilante silenciosa de la costa, por si decide volver,
manteniendo su nombre en mis venas.
Sigo siendo suya aunque nuestro
amor se deba olvidar, inventando un mundo diferente donde ese amor sea posible
porque la quise, la quiero y la llevo conmigo, porque vive en mi sueño y siento
pena de no ser yo quien descanse en su regazo.
Sólo tres palabras… amor sin olvido.
Sólo soy culpable de amarla y, aunque otra ocupe sus brazos, yo estaré allí
aunque sienta celos de ella, porque me dio ternura, comprensión y una pasión
antes desconocida con cada mirada, con cada palabra. Cuando mi imagen llegue a
su mente, o sienta que mis recuerdos son ella, yo estaré allí sintiendo su respiración…
tan lejos y tan cercana… sabiendo que al cerrar los ojos siempre recordará lo que en un
tiempo sintió por mí.
Si pudiera decirle que aún
conservo intangible la magia de esa pasión y de la rara sensación que me
embarga cuando recuerdo…, que no es posible borrar su amor buscando consuelo
ajeno y que su adiós es mi muerte lenta. Que
mi vida está vacía y vivir sin ella no es vivir, que intento renunciar a ella
sin llegar a saber cuánto podría haberla amado y que con ella se quedan mis
sueños de mujer. Si pudiera… si supiera.
Por ese amor que un día me dio viviré
y en silencio enviaré un mensaje desde mi mundo de recuerdos… por ti, mi amor sin olvido, mi amor eterno.
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