lunes, 17 de diciembre de 2018

Bombones amargos



Ni tan siquiera el chocolate pudo endulzar el amargor de las lágrimas que resbalaban por mis mejillas y que a veces se mezclaban con ellos en el interior de mi boca. Bombones amargos que sabían a sal, a dolor, mientras mi rostro se confundía con la oscuridad y mi alma se escondía en el último rincón abrazada a su soledad y a su desamor para que le fueran de compañía.

Dichoso Bécquer… Cuántos pájaros metió en nuestras cabezas cuando teníamos quince años!

“Por una mirada, un mundo;
por una sonrisa, un cielo;
por un beso… yo no sé
qué te diera por un beso”.

Me despertaron de un sueño para dejarme morir.

Malditos bombones amargos!

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