Te pasas el año soñando con la vuelta. Volver a casa, junto a tu Señora, se puede convertir en el único programa en esos momentos en los que te encuentras a solas con tus pensamientos. “Cambiaré los volantes de la carriola…he de recordar echar esto o aquello… procuraré hablar con fulano o mengano durante el camino… visitaré a este o aquel el sábado… “ muchos planes y al final la mitad se vienen por hacer. Es curioso. Ni cambié los volantes de la carriola porque la carriola no fue, olvidé echar aquello pero al final no lo necesité… en el camino el polvo y seguir el paso de la mula no daban muchas ganas de hablar… y en la aldea casi no saliste más que para acudir a la Misa y al Rosario.
En el camino todo el tiempo lo pasé junto a mi "Simpecao" rogando fuerzas para que mis piernas aguantasen hasta el final. La mitad de las cosas que llevaba no salieron de la mochila, ni siquiera el saco de dormir porque pasé las noches junto al fuego, esperando el momento en el que todos se fuesen a dormir y poder estar a solas con Ella… oí los cantes de otras hogueras de fondo, el silencio del amanecer y sentí las primeras gotas de rocío ( hacía diez años de la última vez ).
Aún oigo los cohetes que resuenan en mis oídos cada vez más lejanos. Aún no he limpiado los botos. Aún no he guardado la ropa.
Muchas cosas se han quedado por hacer y, supongo, otras no debería haberlas hecho. Como siempre. Pero como nunca las cosas salen como habías pensado pues, a partir de ya, vamos tomando nota para el próximo año mientras descontamos días de un almanaque.
Lo que si he sacado en claro es que para ir al Rocío no debes ir con planes trazados, o esperando cosas diferentes a las que ya estas acostumbrado. Es un mundo tan aparte que puedes traer muchas cosas de allí, buenas experiencias y malas sensaciones. Y yo me he traído, este año, un poco de todo.
No salí de aquí con demasiadas buenas esperanzas, lo reconozco. Bueno o malo, sabía que volvería con un pequeño mal sabor de boca, con una sensación, que por ser este un Rocío diferente, no sólo me dejaría buenos recuerdos para este año. A lo mejor por esperarlos acerté a verlos… quizás los busqué para llevarme la contraria y resultó que sólo conseguí acertar.
La verdad es que no hay como no tener que estar pendiente de nada para darte cuenta de mucho. Y yo, este año he visto algunas cosas que no me han gustado y que, seguro, siempre han estado ahí, pero nunca me percaté de ellas.
Quiero pensar que nuestra categoría de “seres humanos” nos permite ser ruines, nos permite el cuchicheo abrigado en la intimidad de la confianza de que no nos oye nadie, nos permite velar con sonrisas la indiferencia que alguien nos produce, nos permite excusarnos en la prisa para no prestar atención a alguien que posiblemente nos necesite, nos permite correr un toldo para cubrirnos del viento siendo este una excusa para no comprometernos con el de al lado, nos permite acusar a otros de levantar muros a nuestro alrededor siendo luego nosotros los que nos aprovechamos de esos muros para aislar a los demás de nosotros mismos… en fin… nos permite equivocarnos.
Yo espero haberme equivocado con lo que he visto y vivido. Espero no haber visto una mala cara cuando se ha pedido una copa de vino y servirla a regañadientes… espero no haber oído aquello de “si quieren que vengan ellos, ya saben donde estoy” en lugar de”tengo que ir a verlos”… espero no haber visto grupos de amigos que se cerraban a la entrada de alguien más… espero no haber visto más interés por cumplir con un horario que por averiguar el por qué faltaba alguien…espero no haber oído discusiones porque la decisión de un Alcalde de Carretas no te era favorable… espero haberme equivocado al observar rencores, egoísmo, desinterés…porque seguro que yo misma he pecado de ello pero me auto justifiqué observándolo en los demás.
Se nos hace tan corto el tiempo que pasamos allí, tantas las cosas que deseamos hacer, que dejamos poco sitio para los que nos rodean. Dejamos la convivencia para cuando es obligada, el resto del tiempo “yo” lo escribimos con mayúsculas sin darnos cuenta de que eso es lo mismo que hacemos el resto del año y que los propósitos de enmienda quedan como cosa exclusiva para el último día del año.
A pesar de todo sigo sin querer volver de allí. Seguiré pensando que es más fácil que los buenos sentimientos afloren en aquella bendita tierra. Seguiré creyendo que, hasta la peor de las personas, allí puede sentir la certeza de que ser “bueno” no es tan difícil. Seguiré sintiendo que el amor por Ella puede mejorar muchas cosas y que parte de ese amor queda suspendido en el aire para que sea rescatado por quienes andan escasos de él. Yo seguiré yendo a cargar mis pilas allí. Borrón y cuenta nueva para este año también, que ya empezamos a quitar días a ese calendario para volver a casa de nuevo, con Ella.
En el camino todo el tiempo lo pasé junto a mi "Simpecao" rogando fuerzas para que mis piernas aguantasen hasta el final. La mitad de las cosas que llevaba no salieron de la mochila, ni siquiera el saco de dormir porque pasé las noches junto al fuego, esperando el momento en el que todos se fuesen a dormir y poder estar a solas con Ella… oí los cantes de otras hogueras de fondo, el silencio del amanecer y sentí las primeras gotas de rocío ( hacía diez años de la última vez ).
Aún oigo los cohetes que resuenan en mis oídos cada vez más lejanos. Aún no he limpiado los botos. Aún no he guardado la ropa.
Muchas cosas se han quedado por hacer y, supongo, otras no debería haberlas hecho. Como siempre. Pero como nunca las cosas salen como habías pensado pues, a partir de ya, vamos tomando nota para el próximo año mientras descontamos días de un almanaque.
Lo que si he sacado en claro es que para ir al Rocío no debes ir con planes trazados, o esperando cosas diferentes a las que ya estas acostumbrado. Es un mundo tan aparte que puedes traer muchas cosas de allí, buenas experiencias y malas sensaciones. Y yo me he traído, este año, un poco de todo.
No salí de aquí con demasiadas buenas esperanzas, lo reconozco. Bueno o malo, sabía que volvería con un pequeño mal sabor de boca, con una sensación, que por ser este un Rocío diferente, no sólo me dejaría buenos recuerdos para este año. A lo mejor por esperarlos acerté a verlos… quizás los busqué para llevarme la contraria y resultó que sólo conseguí acertar.
La verdad es que no hay como no tener que estar pendiente de nada para darte cuenta de mucho. Y yo, este año he visto algunas cosas que no me han gustado y que, seguro, siempre han estado ahí, pero nunca me percaté de ellas.
Quiero pensar que nuestra categoría de “seres humanos” nos permite ser ruines, nos permite el cuchicheo abrigado en la intimidad de la confianza de que no nos oye nadie, nos permite velar con sonrisas la indiferencia que alguien nos produce, nos permite excusarnos en la prisa para no prestar atención a alguien que posiblemente nos necesite, nos permite correr un toldo para cubrirnos del viento siendo este una excusa para no comprometernos con el de al lado, nos permite acusar a otros de levantar muros a nuestro alrededor siendo luego nosotros los que nos aprovechamos de esos muros para aislar a los demás de nosotros mismos… en fin… nos permite equivocarnos.
Yo espero haberme equivocado con lo que he visto y vivido. Espero no haber visto una mala cara cuando se ha pedido una copa de vino y servirla a regañadientes… espero no haber oído aquello de “si quieren que vengan ellos, ya saben donde estoy” en lugar de”tengo que ir a verlos”… espero no haber visto grupos de amigos que se cerraban a la entrada de alguien más… espero no haber visto más interés por cumplir con un horario que por averiguar el por qué faltaba alguien…espero no haber oído discusiones porque la decisión de un Alcalde de Carretas no te era favorable… espero haberme equivocado al observar rencores, egoísmo, desinterés…porque seguro que yo misma he pecado de ello pero me auto justifiqué observándolo en los demás.
Se nos hace tan corto el tiempo que pasamos allí, tantas las cosas que deseamos hacer, que dejamos poco sitio para los que nos rodean. Dejamos la convivencia para cuando es obligada, el resto del tiempo “yo” lo escribimos con mayúsculas sin darnos cuenta de que eso es lo mismo que hacemos el resto del año y que los propósitos de enmienda quedan como cosa exclusiva para el último día del año.
A pesar de todo sigo sin querer volver de allí. Seguiré pensando que es más fácil que los buenos sentimientos afloren en aquella bendita tierra. Seguiré creyendo que, hasta la peor de las personas, allí puede sentir la certeza de que ser “bueno” no es tan difícil. Seguiré sintiendo que el amor por Ella puede mejorar muchas cosas y que parte de ese amor queda suspendido en el aire para que sea rescatado por quienes andan escasos de él. Yo seguiré yendo a cargar mis pilas allí. Borrón y cuenta nueva para este año también, que ya empezamos a quitar días a ese calendario para volver a casa de nuevo, con Ella.
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