¿Cuánto va a durar esto? Me pasé la noche cambiando de cadena como las locas. O te tragabas una peli que ya habías visto alguna vez o te sumergías de lleno en el Festival de Eurovisión que, una vez finalizado, se convirtió en el tema de conversación en todas las cadenas con debates o conexiones más o menos en directo. Hoy me levanto esperando que la marea hubiese pasado y resulta que, tanto en radio como en televisión, sigue siendo el centro de las conversaciones. ¿Es que mientras dormía se han pasado la noche hablando de lo mismo o es que, después de la tregua para el sueño, han vuelto a retomar el tema porque aún quedaban cosas que no habían quedado claras?
La verdad es que, viendo lo visto, parece que en este país necesitamos que nos desgranen cualquier tema hasta su más mínima expresión y, aún así, todavía puede quedarnos algún que otro rincón incomprensible. Parece que, y ya en el día después le encuentro menos sentido si cabe, necesitamos hablar de “nuestra” actuación en Eurovisión, en este y en años anteriores, y, también me parece, que nos estamos sirviendo de ello como para justificar el sentimiento de ridículo con que nos hemos quedado todos y que, culpando al magnífico trabajo de marketing que ha rodeado al “Chiki-Chiki”, escurrimos el bulto de nuestra responsabilidad.
¿ De verdad pensamos que en el resto de los países europeos pensarán, dirán como nosotros, que esta canción ha sido elegida con la idea de fomentar el interés por un concurso que hace años que cuenta cada vez con menos adeptos?¿Nos conformamos con eso? Aunque es cierto que los índices de audiencia han subido respecto a ediciones anteriores, también es cierto que se han dividido entre los que observaban y esperaban un triunfo y ver ridiculizado el espíritu eurovisivo, y entre los que rezaban para que España no quedara demasiado mal y no tener que sentir la vergüenza en carnes propias. Al final, y a pesar de los pesares, todos éramos conscientes de que semejante engendro de canción, semejante desfachatez solamente da la talla en discotecas, donde lo que menos te importa es la música que oyes porque vas a bailar y a pasar un rato divertido, y en Ferias que lo que interesa es que la gente se lo pase bien. Quizás pueda ser hasta la canción del verano ´08. Pero ¿Eurovisión? Pues menuda imagen hemos dejado en la memoria del resto de Europa. Menudo concepto musical hemos rubricado y menudo calificativo nos hemos ganado teniendo infinidad de mejores canciones, interpretes y, por supuesto, mejor cultura musical de la que se ha dejado entrever.
Muchos, para los que representar a España en Eurovisión era un sueño, se han quedado fuera y con sus ilusiones rotas. Quizás el trampolín que supone ya no se vuelva a presentar para ellos y por esto estemos desperdiciando verdaderos talentos… ya los echaremos de menos. Pero es lo que nos merecemos. A cambio nos quedamos con la satisfacción de que el 80% de los españoles se sentó ante el televisor para ver un Festival que parecía tener sus días contados y que últimamente parece que sólo sirve para que países con intereses comunes se vuelvan a dar un amigable apretón de manos.
Nuestro consuelo… que no hemos quedado los últimos, que hay otros peores o que Portugal siempre estará ahí.
La verdad es que, viendo lo visto, parece que en este país necesitamos que nos desgranen cualquier tema hasta su más mínima expresión y, aún así, todavía puede quedarnos algún que otro rincón incomprensible. Parece que, y ya en el día después le encuentro menos sentido si cabe, necesitamos hablar de “nuestra” actuación en Eurovisión, en este y en años anteriores, y, también me parece, que nos estamos sirviendo de ello como para justificar el sentimiento de ridículo con que nos hemos quedado todos y que, culpando al magnífico trabajo de marketing que ha rodeado al “Chiki-Chiki”, escurrimos el bulto de nuestra responsabilidad.
¿ De verdad pensamos que en el resto de los países europeos pensarán, dirán como nosotros, que esta canción ha sido elegida con la idea de fomentar el interés por un concurso que hace años que cuenta cada vez con menos adeptos?¿Nos conformamos con eso? Aunque es cierto que los índices de audiencia han subido respecto a ediciones anteriores, también es cierto que se han dividido entre los que observaban y esperaban un triunfo y ver ridiculizado el espíritu eurovisivo, y entre los que rezaban para que España no quedara demasiado mal y no tener que sentir la vergüenza en carnes propias. Al final, y a pesar de los pesares, todos éramos conscientes de que semejante engendro de canción, semejante desfachatez solamente da la talla en discotecas, donde lo que menos te importa es la música que oyes porque vas a bailar y a pasar un rato divertido, y en Ferias que lo que interesa es que la gente se lo pase bien. Quizás pueda ser hasta la canción del verano ´08. Pero ¿Eurovisión? Pues menuda imagen hemos dejado en la memoria del resto de Europa. Menudo concepto musical hemos rubricado y menudo calificativo nos hemos ganado teniendo infinidad de mejores canciones, interpretes y, por supuesto, mejor cultura musical de la que se ha dejado entrever.
Muchos, para los que representar a España en Eurovisión era un sueño, se han quedado fuera y con sus ilusiones rotas. Quizás el trampolín que supone ya no se vuelva a presentar para ellos y por esto estemos desperdiciando verdaderos talentos… ya los echaremos de menos. Pero es lo que nos merecemos. A cambio nos quedamos con la satisfacción de que el 80% de los españoles se sentó ante el televisor para ver un Festival que parecía tener sus días contados y que últimamente parece que sólo sirve para que países con intereses comunes se vuelvan a dar un amigable apretón de manos.
Nuestro consuelo… que no hemos quedado los últimos, que hay otros peores o que Portugal siempre estará ahí.
1 comentario:
Muchísimas gracias por tu comentario, de todo corazón. Me lo he tomado, como tú dices, con ternura y con sabiduría. Me ha encantado y me has abierto los ojos en algunos sentidos. De corazón, gracias.
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