Sé que hay luz trás las persianas pero no la quiero.
Salir de debajo de las sábanas se convierte en una pesadilla, sentarme a escribir en una necesidad.
No hay nadie y yo ando casi ausente después de otra noche en vela.
No me apetece hoy la cita con el psicólogo sabiendo que saldré de la consulta tan abatida como entré. De nada servirá, también lo sé, porque las palabras que necesito no las oiré... ni hay notas, ni hay mensajes, ni hay llamadas, ni hay gestos, ni hay besos, ni hay roce, ni hay miradas que adivinar... no hay un "lo siento aunque te amo". Pero no habrá alivio, como no lo hay en ningún sitio, en ninguna situación, con ningún pensamiento que me sea posible. No hay amor para mí.
La certeza de que mi única salvación la puse sin pretenderlo en manos de alguien que no lo sabe, que no me corresponde, que no le importo ni lo más mínimo... es un error, también lo sé, pero es lo que hay y no puedo desprenderme de ello... consigue que desee que cada día sea el último del resto de mi vida. Sé que cualquiera de ellos, en los que mi distancia con la nada sea aún más corta si es posible, será el justo, el último resquicio de mi impotencia, mi cobardía y mis pocas ganas de vivir. Igual que hoy.
Camino sin rumbo.
Cada día tengo más miedo de ser capaz de hacer que, atiborrada de cerveza y con los tranquilizantes en la mesa, ese sea el último.
Evidentemente hoy enloquecí y recordé algo de hace años.
2 comentarios:
Puede ser muy dificil salir de una depresion. Animo!
Si, parece que me va a costar una eternidad. Cuando el médico me dice lo de "debes recuperar las ganas de vivir", aún sólo puedo sonreir y pensar ¿Para qué?.
Gracias por los ánimos.
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