lunes, 21 de enero de 2019

Para ti. 1 de Enero. 21 de Octubre. 16 de Agosto.



Tengo la certeza de que no me lees de la misma forma intensa que la tengo de que en algún momento lo harás, aunque sólo sea por curiosidad. Ojalá lo hagas cuando todo se me haya curado, o mejor, cuando ya no sepamos nada la una de la otra.
Por eso te escribo aquí… porque por ahora sigo sin sentirme capaz, sin derrumbarme del todo, de hablar contigo.  Eso me tortura hasta el punto de ser mi círculo vicioso, toda mi enfermedad.
Pero es 1 de Enero. Los nuevos propósitos… no siempre buenos de Año Nuevo… sé que son tópicos pero son también bastante recurrentes para los que los necesitamos aunque no creamos demasiado en ellos. Todo sea por hacerlo todo y no tener que decir que no lo intenté.
No sé qué hiciste conmigo pero no consigo dejar de amarte y hacerlo está consumiendo mi  salud y mi vida. No me importa, la vida la daría por ti si fuese necesario, y la salud, pero de esta forma no, no porque me quedo sin fuerzas y la única idea contra la que lucho hoy es contra la de no desear vivir si mi vida no es para vivirla contigo, por ti y para ti, para que pudiéramos ser auténticamente “nosotras” y juntas. De otra forma no tendrá sentido ni mi lucha ni mi vida. Poco a poco te amé, me convenciste de tu amor y crecieron mis esperanzas; decías que tú eras tú mientras estabas conmigo y no puedo dejar de desear que seas tú, esa de quien me enamoré perdidamente y por la que descubrí que sabía amar a una mujer… a ti.
No me odies por desear odiarte porque desear odiarte es necesario para tu felicidad, para esa que deseaba darte yo. No me desprecies por seguir esperándote porque te espero a pesar de necesitar despreciarte. No dejes de sentir por mí lo que sentías porque es lo único que da sentido a mi vida, aunque me la esté quitando, porque aún renunciaría a todo por ti, porque me he quedado sin nada por ti… y no es culpa tuya, te lo aseguro, es mía por hacerlo,  pero no puedo evitar sentir que eres la responsable de toda esta desgracia que me envuelve ahora. No tener que vivir con la culpa de ser la tristeza de la vida de otra  te importó más que ser la culpable de la mía y no me queda más remedio que vivir con ello.
Tú has decidido embarcar tu vida y tu felicidad por alguien a quien, según me aseguraste, ya no amabas. Quizás me mentiste pero no me lo voy a  plantear.  Quizás tus ojos se equivocaron y sólo viste en mí un consuelo momentáneo a tu tristeza e intento asumirlo. Quizás te equivocaste conmigo, o quizás yo me equivoqué al creer que la felicidad que me ofrecías de verdad era para mí. Quizás no fuiste lo suficientemente valiente como para arriesgar.
Sé amada por quien te necesita más que por quien te ama más que a su vida, más por quien quiere su felicidad antes que la tuya por encima de todo, más por otra que por mí si eso es lo que quieres, pero procura  ser feliz, hazlo por mí...o vuelve.
Haz que todo por lo que lucho te merezca la pena porque yo estoy dejando ir mi vida por ti, porque te amo sin remedio.

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