Quise,
como antaño, preguntar a la margarita, más temí su respuesta.
No esperaba
un sí o un no sino un ya improbable.
Mañana,
pasado, al otro…
y su
último pétalo se me antojó demasiado lejano.
Estaba
triste ese día.
Volví
la cabeza y ni pregunté.
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