Mi amor ha de ser secreto y hasta
el fin de mis días habré de callarlo,
mantenerlo dormido, matarlo si es
preciso.
Más si me preguntan si mi amor sigue siendo suyo
habré de contestar
que sí.
La encontré por casualidad,
entró
de golpe en mi vida
y mi nostalgia
revive porque no pudo ser
y mil y una lunas serán testigos de mi desdicha
porque con un solo suspiro volvimos a ser desconocidas.
Fui el amor prohibido, ese que
roba besos y caricias,
ese que en la noche nos hace suspirar y nos agota el
aliento…
ese que te hace ser temerario y arriesgar
y no tenerlo es un tormento,
que te hace desear romper cadenas,
renovar tus esperanzas y desechar tus penas.
Pero quizás mi alma la dibujó
demasiado de tanto esperarla
y entre su corazón y su cabeza
se plantó la
discordia que suponía abrazarme o dejar secando
entre las hojas de un libro mi
último pétalo.
Dos almas vagando en el tiempo,
presas atrapadas por la rutina,
ramas quebradas luchando contra el mundo
y
contra nosotras mismas,
y que sin decir palabra nos encontramos.
Hoy sus te
quiero me dejan la duda de si se llevó todo lo que pudo
o si renunció a todo lo
que quiso por miedo a escapar de su prisión.
Y me llegan
los días en los que recordar, en las noches cargadas de dolor,
las palabras que
hablaban de amores
y que encabezaron notas que se hicieron poemas,
recordar el
tiempo en el que he amado para llorar en silencio
y escribir un final distinto
y beberme a sorbos la mañana
mientras el vacío pesa y poco a poco, por callar,
dejo de reconocerme.