viernes, 22 de mayo de 2020

¿Enseñar o educar?

Mi Padre me decía qué debía hacer. Mi madre me decía cómo debía ser. Mis profesores intentaron siempre, salvo las benditas excepciones de los maestros, inculcarme el cómo debía comportarme, lo que debía saber o cómo debía pensar. Las benditas excepciones me enseñaron que era persona y "debía" hacer, pensar y decidir por mí misma aunque he de reconoer que me ha costado casi toda una vida, y muchos golpes, ser capaz de ello.
Tengo una hermana. Es preciosa. Es funcionaria, profesora en un Instituto. Hoy ha venido con una pena. Tiene una alumna a la que aprobó a duras penas el primer trimestre y no demasiado bien el segundo. En el tercero no ha presentado ningún trabajo online pero que ahora angustiada pregunta qué ha de hacer para aprobar el curso. Mi hermana ha consultado sabiamente a otros de sus profesores y todos andan en la misma tesitura. Elegantemente han determinado aprobarla a pesar de todos los contras porque no tienen ganas de follones y, total, ¡para lo que va a servir!. Ya habló de "facilidades para aprobar" la Ministra de Educación.
Miedo me da. 
¿Pensar? A veces es preferible no hacerlo. En ocasiones como esta más. Si pienso que otros muchos profesores (que ni educadores ni maestros), tomarán la misma actitud, me corre un escalofrio al suponer a todos estos "estudiantes", considerados no preparados pero "dignos" de ser aprobados, tomando las riendas del futuro.
Mi hermana dice que ella es profesora, no educadora. Ella es docente y enseña conceptos, pero mientras les recrimina la asistencia a clase con bermudas y chanclas, o escote, no se siente en la obligación de instruirles en el arte de ser personas pensantes, honradas y consecuentes, porque eso es cosa de los padres. Y si los padres no lo hacen? Pues nada... pongamos el mundo en manos de personas que ni son capaces de sumar dos y dos ni lo son de discenir, que sería un triunfo, o de siquiera considerar qué sería conveniente, adecuado o correcto, en el caso de que supieran que la situación lo requiere.
Hoy sólo deseo que el único dilema al que se tengan que enfrentar estos jóvenes en la vida sea "carne o pescado" porque de lo contrario, como decidan ser médicos o ingenieros... me temo que será lo peor.


4 comentarios:

Nocturno dijo...

Hola,
soy profe y me ha encantado tu reflexión. No alcancé a leer de dónde eres, pero al menos acá en Chile el Ministerio de Educación nos ha enviado la misma "recomendación" de que nadie repruebe o repita el año. Que pongamos mucho énfasis en hacer la retroalimentación con emotividad y mucho de aquello de "Vamos, tú puedes, lo estás haciendo bien."
Bueno, todo este tema es nuevo y se está improvisando en todos lados, pero lo que se nos explicó es que reprobar puede tener consecuencias para la autoestima demasiado potentes.

Tienes razón en tu observación de que muchas veces los profesores nos lavamos las manos con lo de "la formación debe venir de casa", pero también el currículo nos pide meter valores.
Bueno, supongo cada uno está tratando de hacer lo mejor posible,
Un abrazo, me gustó tu blog.

Naranjito dijo...

"Salvo las benditas excepciones de los Maestros". Dices mucho en estas pocos palabras. Me daba, miedo hace poco, el futuro que nos espera con la formación y la cultura de la mayoría de los jóvenes. Ahora me da pavor. Siempre he tenido claro que los responsables de la educación de nuestros hijos somos los padres. Los Maestros los tienen que dotar de conocimientos.
Un abrazo.

maile dijo...

Si Nocturno, yo espero que se esté intentando hacerlo lo mejor posible y que de cada diez profesores que les toca a cada alumno, haya al menos uno que inculque valores además de conocimientos. Aún así sigue sin parecerme justo el mismo trato para aquellos que se esfuerzan y los que no porque no es lo mismo aprobar,ya sea con un cinco pelado, a quien demostró durante el curso interés aunque no diera para más que cuatro y medio, que a los que aparecieron por clase tres días y presentaron dos trabajos. Ni pensar para los que han mantenido una media de ocho.
Yo no sé en Chile, pero aquí podría asegurarte que muchos de los que aprobarán sin haber dado un golpe al agua, verán lo de la Pandemia como un "golpe de suerte" más que como una desgracia y no les servirá para aprender nada.

Gracias por tu visita y me alegro de que este rinconcito te gustara.

maile dijo...

Tienes razón Naranjito. Da pavor.
Por tener una hermana docente he podido observar cómo ha ido "evolucionando" la enseñanza un poco más de cerca y cada vez estoy más convencida de que los de mi quinta, los que estudiabamos en los 70 y 80, asistimos a la última revolución de los maestros por decirlo de alguna manera.
Yo tuve maestros entre mis profesores, y eso visto con la distancia del tiempo. Don Bartolo, de 60 años y que llevaba dando clases desde hacía 30, no enseñaba igual Matemáticas que Don Antonio, de 25, y que vino a hacer las prácticas en su último año y que traia ideas frescas y desanquilosadas. Con el primero eran un piñazo y el segundo hizo que se me dieran bien.
Con el tiempo, y todos los cambios que ha habido, vuelvo a ver demasiado Don Bartolo en las aulas y demasiado estudiante desmotivado.

Me alegra verte por aqui.
Saludos.