Mejor es desnudarse a la
intemperie que no bajo una cúpula dorada, acristalada y prefabricada. El
corazón ha de ser para quien lo reclama ofreciendo un
corazón más.
Como en la ruleta, apostamos a un solo número, un solo
corazón, un solo Dios... es un riesgo, un riesgo que asumimos
conscientes de que el fracaso es una posibilidad que no aceptaremos si
llega. Lo peor es que sabemos desde el primer momento si llegará o no y
aún así nos arriesgamos. No sabemos si hay un solo Dios, no sabemos si
hay un Dios... pero sólo tenemos un corazón y ese... ese va a su bola.
Pero eso ya lo sabiamos.
La vida resulta ser cachitos
de un espejo roto que nunca logramos recompner del todo. Mirarnos y ver
como una grieta nos desfigura siempre, eso es el día a día.
RUTA ESPECIAL
Hace 14 horas
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