
¿Quién, con unos añitos, no recuerda aquellas meriendas de pan con chocolate?
¡Qué rico! Aquel “cocholate” negro, casi un poco amargo, con ese “pedazo de bollo” que nos daba mamá mientras nos decía “un bocado pequeño al chocolate y uno grande al pan” para que ambos nos durasen el mismo tiempo. Eran tiempos en los que, frente del pan con aceite, el chocolate era un premio para un niño y una fuente de energía para los padres.
Con la aparición de los bollicao, los phoskitos o los donuts, ya ni el chocolate es lo que era. Ya trae avellanas, o leche, o viene relleno de mil frutas, licores o sabores. Pero el chocolate chocolate, el puro cacao si lo encuentras, sigue siendo un placer para los sentidos lo tomes como lo tomes.
Esta semana he descubierto, bueno… probado, una forma ideal para disfrutarlo y, además, no se “queda apalancado” en la cintura.
RECETA…
Coger el bizcocho… normalito, nada especial… y embadurnarlo en una mezcla de azúcar morena y café. Utilizar siempre las manos, con movimientos suaves y cariñosos que, de lo contrario, el bizcocho se estropea y pierde calidad.
Cuando haya tomado la esencia y el aroma del café azucarado, quitar todo resto de azúcar, pues quedaría “demasiado” dulce y empalagoso.
Colocarlo sobre un plástico, y esparcir por su superficie una fina capa de chocolate de la mejor calidad, fundido y templado, sin dejar hueco. Envolver durante veinte minutitos de nada y dejar que el cacao impregne de sabor la masa. Mientras tanto, no estaría de mas, degustar una pequeña porción del chocolate sobrante, dejándola deshacer en la boca (nada de churros, que engordan).
Al cabo de los veinte minutos, retirar el plástico, y quitar el cacao sobrante.
El bizcocho dejo de ser simplemente un bizcocho, para convertirse en un dulce al chocolate, suave, tierno, ligero y con recuerdos de juventud.
Para finalizar, extender una fina capa de mousse de cacao con unas gotas de esencia de menta, esparciéndolo hasta que el bizcocho lo haya absorbido por completo.
RELLENO
El bizcocho era yo, y el chocolate parte de una de mis “lecciones” de masaje.
A los bollicao, los phoskitos y los donuts… los dejé a la altura del betún.
¿Conocen ustedes los “after eihght”?... pues, al terminar, yo era el mejor bombón de la caja.
Pruébenlo.
¡Qué rico! Aquel “cocholate” negro, casi un poco amargo, con ese “pedazo de bollo” que nos daba mamá mientras nos decía “un bocado pequeño al chocolate y uno grande al pan” para que ambos nos durasen el mismo tiempo. Eran tiempos en los que, frente del pan con aceite, el chocolate era un premio para un niño y una fuente de energía para los padres.
Con la aparición de los bollicao, los phoskitos o los donuts, ya ni el chocolate es lo que era. Ya trae avellanas, o leche, o viene relleno de mil frutas, licores o sabores. Pero el chocolate chocolate, el puro cacao si lo encuentras, sigue siendo un placer para los sentidos lo tomes como lo tomes.
Esta semana he descubierto, bueno… probado, una forma ideal para disfrutarlo y, además, no se “queda apalancado” en la cintura.
RECETA…
Coger el bizcocho… normalito, nada especial… y embadurnarlo en una mezcla de azúcar morena y café. Utilizar siempre las manos, con movimientos suaves y cariñosos que, de lo contrario, el bizcocho se estropea y pierde calidad.
Cuando haya tomado la esencia y el aroma del café azucarado, quitar todo resto de azúcar, pues quedaría “demasiado” dulce y empalagoso.
Colocarlo sobre un plástico, y esparcir por su superficie una fina capa de chocolate de la mejor calidad, fundido y templado, sin dejar hueco. Envolver durante veinte minutitos de nada y dejar que el cacao impregne de sabor la masa. Mientras tanto, no estaría de mas, degustar una pequeña porción del chocolate sobrante, dejándola deshacer en la boca (nada de churros, que engordan).
Al cabo de los veinte minutos, retirar el plástico, y quitar el cacao sobrante.
El bizcocho dejo de ser simplemente un bizcocho, para convertirse en un dulce al chocolate, suave, tierno, ligero y con recuerdos de juventud.
Para finalizar, extender una fina capa de mousse de cacao con unas gotas de esencia de menta, esparciéndolo hasta que el bizcocho lo haya absorbido por completo.
RELLENO
El bizcocho era yo, y el chocolate parte de una de mis “lecciones” de masaje.
A los bollicao, los phoskitos y los donuts… los dejé a la altura del betún.
¿Conocen ustedes los “after eihght”?... pues, al terminar, yo era el mejor bombón de la caja.
Pruébenlo.